De acuerdo con el último recuento oficial, al menos 2.722 personas murieron y 3.742 están desaparecidas a causa del terremoto del viernes y posterior tsumani en el noreste de Japón. Las autoridades japonesas estiman que la cifra final de víctimas será mucho mayor, pues en algunos municipios afectados podría haber varios miles más de víctimas.
Desde el viernes todavía no se ha localizado a varios miles de habitantes residentes de Minamisanriku, la mitad de la población de ese pueblo de la provincia de Miyagi cuya población total es de 17.000 personas, aunque tampoco se descarta que se hayan refugiado en localidades cercanas.
En la costa de Miyagi se han encontrado unos 2.000 cadáveres, y otros 200 o 300 cuerpos fueron localizados en su capital, Sendai, pero estos datos no han sido incluidos en el cómputo oficial.
Tampoco se conoce el paradero de 8.000 residentes del pueblo costero de Otsuchi, en la provincia de Iwate. Unos 100.000 militares japoneses, ayudados por voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, continúan peinando la zona devastada en busca de supervivientes atrapados bajo los escombros o arrastrados mar adentro por una ola gigante que alcanzó los diez metros de altura.
Más de medio millón de refugiados en la costa oriental de la isla de Honshu llevan cuatro días durmiendo sin luz y sin agua potable en la mayor crisis sufrida por Japón desde la II Guerra Mundial.
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